Lluvia en Villa urquiza

La lluvia ha convertido al día en algo mágico, inverosímil. Las gotas cristalinas mojan los techos de las casas bajitas y sencillas. Las hojas de los árboles, amarillas en las copas y un verde intenso más abajo.
Las aves buscan refugio y se acurrucan en los huecos de los espinillos. Los charcos sirven de espejo para las nubes grises y gordas que están en el cielo.
A lo lejos se divisan algunas casas, pero son confusas, se pierden en esa neblina azul grisácea que aparece en el horizonte.
El agua corre, se esconde tras mi sombra. El molino es cada vez más veloz, y mi pelo parece seguirlo.
El chaparrón y las baldosas naranjas del patio están empezando una melodía inigualable. Un frío húmedo corre por mi espalda, por un momento me congela el pensamiento, quedo con la mirada perdida hacia el descampado.
Casi sin querer, me he refrescado, he viajado, nadie escucha, casi diría que me conozco,...