Alba

Parte de mí murió temprano, no recuerdo bien la hora, sólo sé que hubo un intento por perdurar en esta vida, seguir respirando.
Con el último aliento apenas si pudo dejar correr una lágrima angustiosa y tímida, como grito desesperado ante el fin inminente.
No había más que hacer, el dolor era punzante, producía un ardor indescriptible. Todo en instantes parecía vano. Un silencio que aturdía recorría la habitación demorando llevarse ya a su presa elegida.
El todo y la nada conjugados haciendo un festín de la presente víctima del alba.
Allí se iba, no quise despedirme, sólo podía llorar, me costaba acaso creerlo, no me lo permitía.
La había visto secarse, perder de a poco su esplendor, su esencia.
En el último tiempo era algo que penosamente trataba de regenerarse, tal vez, no lo sé; hablábamos muy poco ya.
No sé bien que hacía, me evitaba, supongo que se ilusionaba por momentos, recuperaba viejos recuerdos, sueños, pensamientos... y de algún modo yo la había traicionado.
Antes solíamos ir a todas partes juntas, respirábamos el mismo aire, disfrutábamos mucho, pero de a poco ya no quiso ser parte mía.
Mis decisiones fueron de a poco alejándola hasta convertirla en esa espeluznante cosa acurrucada y llena de melancolía.
Miro por la ventana, extrañada de su ausencia, como inerte hacia el trascurrir de los minutos.
No he comido desde que sucedió, no siento ganas. Cierro los ojos, busco dormir.
Con el tiempo no será más que un sueño extraño que tuve cuando creí que había desaparecido al despertar...