Fue en una fría noche de primavera. Era uno de esos días. Ella ya no soportaba el dolor, quería que ya no esté. Ne nesitaba una ensoñación, ir a otro lugar así eso terminaba rápido. No encontraba con qué poner fin a esa angustia. Quería gritar y no podía, las lágrimas inundaban su garganta, se sentía nada.
Se odió por esperarlo, no la dejaba ser parte de él.
No quiso ya que su vida sea en realidad sólo la de él, aunque la suya ya no tenía sentido alguno.
Nadie podía quitarle eso, sólo ella. Fue su decisión, como lo fue también no dejar de amarlo...
3 comentarios:
¡Qué hermoso!, cuánta fuerza en ese sentimiento de no poder dejar el amor.
aay, si sabré yo de elegir seguir sufriendo...
excelente!
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